La Luci pasa la gorra

Hace 25 años que La Luciérnaga sobrevuela las calles de Córdoba. En ese tiempo, nos sobrepusimos a más de una crisis económica con una sola arma: la generosidad de nuestros lectores. Como muchos trabajadores, hoy volvimos a las calles después de cumplir con la cuarentena. Pero el covid-19 sigue aquí y tenemos que seguir cuidándonos. 

Por eso, si no tenés que salir, te pedimos que te quedes en tu casa: podés aportar igual a darle continuidad a un proyecto editorial que ya comenzó con siete canillitas en 1995 y ya acobijó a tres generaciones de niños y jóvenes en situaciones de mendicidad. Podés contribuir a un centro comunitario que ofrece desayuno, almuerzo, capacitaciones en oficios, contención social, apoyo escolar, acompañamiento psicológico, articulaciones con centros de salud y dispositivos de prevención en adicciones. Podés preservar una herramienta de trabajo para jóvenes en situaciones de vulnerabilidad social de la provincia de Córdoba.

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Organización

FUNDACIÓN LA LUCIÉRNAGA

CÓRDOBAArgentina

Un bichito de luz, una esperanza que vuela alto, un enjambre que recorre la ciudad. Un hogar para los expulsados, una escuela para los marginados, una vidriera para los invisibles. La dignidad que se trabaja, la solidaridad que nos lee, el abrazo que nos vincula. Fundación La Luciérnaga lleva más de 25 años de autogestión social, de producción periodístico-literaria, y de intermediación cultural. Apenas siete canillitas, todos jóvenes de sectores empobrecidos, comenzaron con mucho sudor esta gran familia que hoy sostiene a otras 50 familias. ¿Cómo? Con el motor de un colectivo que no descansa, en el que además de los vendedores de la revista hay psicólogos, periodistas, trabajadoras sociales, diseñadores, profesores, ilustradores y un montón de voluntarios y voluntarias. A través de la revista, estás apoyando un proyecto editorial que financia la totalidad de los gastos fijos de la Fundación. Hagamos cuentas: el 50% del precio de tapa es para los canillitas y el 50% restante, va para los gastos de la publicación, pero sobre todo a nuestro centro comunitario, donde se brindan actividades de contención, promoción y asistencia para jóvenes de sectores socialmente vulnerables. Así, ese núcleo conformado por 50 familias teje una red de solidaridad que enreda a 500 personas. Por abrumadora mayoría, los canillitas son jóvenes de 18 a 25 años y casi todos ellos son el sostén económico de su hogar, desde su adolescencia o incluso, desde una infancia que ellos no eligieron. Funcionando como un nexo entre el asfalto y la tinta, entre Córdoba y la literatura, quienes portan con orgullo esa casaca roja por las calles ganan lo suficiente para cubrir una canasta alimentaria mientras la fundación acompaña a cada familia, aportando a un proyecto de vida que pelee por el clamor inobjetable de una vida digna.